Si manejamos adecuadamente la alimentación de los caballos podremos conseguir tanto proveerlos de una ración alimenticia equilibrada y minimizar la ocurrencia de desordenes digestivos.
Los minerales y las vitaminas son importantes para el desarrollo y mantenimiento de los huesos y de los tejidos, la producción de leche en las yeguas y la regulación de las funciones básicas del cuerpo. Aunque las necesidades de estos nutrientes no deben ser suplidas en grandes cantidades, sí es necesario suplementarlas diariamente para cubrir funciones esenciales del organismo.
Forraje:
El caballo está diseñado para pastar con mayor o menor continuidad, ingiriendo grandes cantidades de material fibroso durante el día. El intestino grueso está habitado por billones de microbios que ayudan en la digestión de la fibra. La fermentación de la fibra produce ácidos grasos volátiles como el butirato, el acetato y el propionato que son utilizados por los caballos para satisfacer sus necesidades energéticas.
Para mantener una correcta función del tracto intestinal se debe suministrar a todos los caballos algún tipo de fibra diariamente. Es aconsejable una cantidad equivalente al 1% ó 1,5% del peso corporal del caballo como mínimo. Los pastos de alta calidad son la forma más sencilla y económica de cubrir las necesidades de fibra de los caballos, además que el caballo salga a pastar puede ser un factor importante para mantener un buen programa alimenticio. La supervisión del pasto es crucial para mantener la calidad del forraje. Debería llevarse a cabo un análisis del suelo rutinariamente, calcificando, fertilizando, segando y rotando el suelo según se necesite.
Avena:
Considerada una comida concentrada, tiene un alto valor nutritivo, puede ser consumida en grandes cantidades sin presentar ninguna alteración en la digestión, es rico en proteínas y energía. La ingestión de ésta puede ser muy estimulante, por este motivo no es recomendable dársela a los ponies, se debe dar picada y en cantidades variables, de acuerdo al trabajo que cada caballo desempeñe.
Cebada:
Tiene mayor contenido energético, el contenido de grasas y féculas es considerable, así como elementos nitrogenados, con un menor de sales y fibra. La excitación es menor en comparación a la causada con la avena, debe presentarse en machada o en copos cuando se utiliza como alimento básico. Recomendable para los animales jóvenes, los que se encuentran en temperaturas bajas o necesitan revitalización.
Maíz:
Compuesto de un alto contenido de féculas, grasas y azúcares. Su gran sabor ayuda a los malos comedores a ingerirlo con mayor facilidad, si se mezcla con otros granos o tabletas representa un excelente alimento para ser utilizado en invierno, aporta mucha energía y fibra. Conviene mezclarlo con otros alimentos.
Salvado:
Subproducto del trigo, su valor alimenticio no es muy representativo, debido a la separación científica donde el valor nutritivo es separado, es decir la harina, sin embargo en el salvado encontramos diferentes vitaminas como son vitamina B y E, es un recurso alimenticio de gran utilidad ya que ayuda al caballo a que coma más despacio. El resultado de la ingestión de éste es aumentar volumen y mejorar las deposiciones. Si se presenta húmedo puede ser un suave laxante, ayuda a que si los restos fecales son muy sueltos los regula en su presentación seca. Mezclado con melaza facilita la digestión.
Melaza:
Subproducto del azúcar, su valor nutritivo es alto, puede mezclarse con el heno lo cual aumenta su valor nutricional.
Heno:
Lo encontramos en cuatro presentaciones: Fleo, trébol, mixto y prado. Da el volumen necesario a la dieta del caballo, la presentación de éste debe ser de la más alta calidad ya que si llegara a presentar moho o polvo podría ocasionar severos problemas respiratorios.
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